miércoles, 21 de diciembre de 2011

Indicto

él está vivo y yo he muerto muchas veces, de mí se alimenta, pero no hay desgaste, no me resta fuerzas, no importa el cansancio que causa, el tiempo suspenso y entregado
sólo es una sombra de lo que fue, la voz del escriba que imagina un mundo que lo contiene, y el mundo resulta  
yo soy éste del que hablamos, robó mi vida muchas veces y roba la de cuantos están a su alcance, él es la materia de soy, de somos
él es todo lo que puede ser hablado, pero no hay nada que entender
su lugar es el lugar de las iniciaciones y de los tránsitos, aquí es donde permanece, pero no tiene un espacio ni un tiempo, él está en todos los espacios y en todos los tiempos
igual que el tiempo es una línea, una nube, un punto, él es la línea y la nube y el punto
no es un conocimiento, no es un saber, pero él se reconoce en todos y en todos se desconoce
no te quema las manos, no avisa, es inocente y blando, nada quiere de ti, nada te ofrece
después de sujetarlo, nada ha cambiado sino el sentido, que es uno y múltiple, que vive de todos y de ninguno
su nombre nunca ha sido pronunciado, pero está siendo dicho continuamente, nadie lo ha escuchado, pero su voz resuena en las voces de todos
de mano en mano

viernes, 2 de diciembre de 2011

Hermanos

 
 Juan Luis Molero, 2011










Siempre admiró su fuerza siendo niños
cuando el frío la noche su cuerpo era calor
adorada compaña guía primero entre los dos nacido
apenas importaba no ser digno
de presentarse al padre
no es fácil entender por qué un hombre desprecia su destino
quizá pensó mi padre me amará si lo consigo
mi madre me amará si lo consigo
mi hermano me amará quizá pensó
la debilidad tanto es peligrosa
como la fortaleza confiada
en tu casa se esconde un terrible enemigo
quien sufre y calla espera el momento
guarda tremendos golpes se prepara
acecha cuando duermen vigila cuando los demás descansan
su nombre es El que engaña.

Pero Esaú corrió a su encuentro y, echándole los brazos al cuello, lo abrazó y lo besó. Entonces los dos se pusieron a llorar. Génesis, 33:4