jueves, 30 de enero de 2014

Arcadia

Olvidaremos el nombre de los lugares que hubo
despertaremos callados mirando con asombro el trigo nuevo
los días serán duros pero no podrán quitárnoslos
las noches recibirán el consuelo de los cuerpos
aprenderemos a vivir con el hambre de los hijos
sabremos el verdadero sentido de las palabras
comprenderemos por fin la dignidad de las bestias
cada brazo tendrá un brazo en que mirarse
cada rostro un gesto nuevo
cuando este mundo termine
olvidaremos el nombre de los lugares que hubo.



Thomas Eakins, 1883
Arcadia

Argentina

Mariposa nerudina como en las alas de un viento venido del oeste
llegas hasta la casa donde te ofrendan dones
fue largo el tiempo y largas las razones de tu ausencia
pero todo se olvida cuando toca en la puerta el ángel argentino
y nada es ya lo mismo todo lo has cambiado
y todo vuelve como siempre al silencio y la nostalgia.

martes, 21 de enero de 2014

Después

no aguardo el arrullo de los gatos salvajes
cierro los ojos sin pronunciar su nombre
no hay magia en las pisadas donde anduve
y la noche es un cielo cubierto por la niebla
un adverbio de tiempo gastado por el uso
que ignora en qué momento completará una frase

no recuerdo haber soñado nunca mi propia ausencia

viernes, 17 de enero de 2014

Siempre joven

Dos pájaros nocturnos deambulan por el sueño
dos pájaros guarismos que escapan de su encierro con ansia de arboleda
en la noche del cuerpo se libra una batalla una danza un rito
un temblor de canciones en la carne que gime espera la mañana
el bravo movimiento de las alas el alba de las voces el brillo de los ojos
un mundo con sorpresas abrazos bienvenidas conversaciones cálidas
un cuerpo que amanece es siempre joven.


Joel Meyerowitz 1991
Interior de Nueva York

jueves, 9 de enero de 2014

Llueves

El aire es un cuerpo del revés, un sueño contenido al otro lado, la convexión de un ángulo cuerpo, concavidad de Alicia en el cristal espejo: para existir por dentro, dejar afuera el llanto; para limpiar el alma, contemplar la lluvia.

Así, es la lluvia compacta el animal que observa, la que tiembla de frío sola en su encierro exterior, inmenso y mudo, y en el espejo del ojo, se refleja en lágrima, que no es sino una gota ausente de nube, huérfana de tormenta, extraña al tacto de la piel caliente, torrente diminuto con vocación de río.

La lluvia entonces se alegra, escapa de la tormenta, milagro transparente del cristal, conversión misteriosa del agua en llanto, éxtasis de la nube, sagrado aleluya cantado a solas.

Cuando un alma sensible siente la piedad del invierno, se vuelve abrazo tierno para acoger al frío, redimir a la lluvia, calmar la inclemencia del viento, ser abrigo y refugio donde acunar al clima.

La lluvia, animal perfecto, sabe en qué cristales golpear su canto, en qué puerta acogedora encontrará su casa.


William Turner, 1797
Norham Castle sunrise