despertaremos callados mirando con asombro el trigo nuevo
los días serán duros pero no podrán quitárnoslos
las noches recibirán el consuelo de los cuerpos
aprenderemos a vivir con el hambre de los hijos
sabremos el verdadero sentido de las palabras
comprenderemos por fin la dignidad de las bestias
cada brazo tendrá un brazo en que mirarse
cada rostro un gesto nuevo
cuando este mundo termine
olvidaremos el nombre de los lugares que hubo.
Thomas Eakins, 1883 Arcadia |
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