miércoles, 16 de marzo de 2011

Babel (Brueghel)

Confusión de lenguas, ropajes y enviados desde las cuatro partes del mundo, de la lejana Elam hasta el País de los Cedros. Babel es tu nombre, todos te reconocen en tu grandeza. Sin embargo, la gran desconocida. Cómo explicarte ante el mundo, cómo trazar tus contornos con el simple lenguaje de la arquitectura.
Sólo el que cierra los ojos, te habrá visto.
Los arcanos dicen: quien extiende sus brazos limita un espacio, quien se recoge descubre un mundo. Como es arriba, así es abajo. La pregunta del gobernante es quién habita el centro donde el geómetra fija las coordenadas, donde nace la rosa perfumada de los vientos. La pregunta del caminante es más difícil: en medio de la nada, insignificante hacia ningún sitio.
Ascensos espirales, la escalera se despliega repliega para caer sobre su centro. Ascendamos, pues, Babel soñada, para probar el sabor de las raíces, crecer desde arriba.
Babel con tormenta, confusión de lenguas y pareceres. De la tierra de nuestros padres, el adobe; de la arena que pisamos, las paredes; los andamios, de los manzanos que nos dieron fruto. Habita en mí la torre de la verdad y la vida, la tabla esmeralda, la confusión, hombre mujer, un sendero que vuelve sobre sí mismo y en sí mismo se recoge en un sueño reparador. Durmamos, Babel, antes de que los sacerdotes maldigan nuestra estirpe por los siglos. Bendita seas, ciudad de los poetas.

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